Reacción de Jesús ante la muerte de Lázaro según San Juan

Juan11 › 1 – 37

111Había un enfermo que se llamaba Lázaro, de Betania, la aldea de María y de su hermana Marta. 2María era la que ungió al Señor con perfume y le secó los pies con sus cabellos; su hermano Lázaro había caído enfermo. 3Entonces las hermanas le enviaron este recado:

—Señor, mira, aquel a quien amas está enfermo.

4Al oírlo, dijo Jesús:

—Esta enfermedad no es de muerte, sino para gloria de Dios, a fin de que por ella sea glorificado el Hijo de Dios.

5Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. 6Aun cuando oyó que estaba enfermo, se quedó dos días más en el mismo lugar. 7Luego, después de esto, les dijo a sus discípulos:

—Vamos otra vez a Judea.

8Le dijeron los discípulos:

—Rabbí, hace poco te buscaban los judíos para lapidarte, y ¿vas a volver allí?

9—¿Acaso no son doce las horas del día? —respondió Jesús—. Si alguien camina de día no tropieza porque ve la luz de este mundo; 10pero si alguien camina de noche tropieza porque no tiene luz.

11Dijo esto, y a continuación añadió:

—Lázaro, nuestro amigo, está dormido, pero voy a despertarle.

12Le dijeron entonces sus discípulos:

—Señor, si está dormido se salvará.

13Jesús había hablado de su muerte, pero ellos pensaron que hablaba del sueño natural.

14Entonces Jesús les dijo claramente:

—Lázaro ha muerto, 15y me alegro por vosotros de no haber estado allí, para que creáis; pero vayamos adonde está él.

16Tomás, el llamado Dídimo, les dijo a los otros discípulos:

—Vayamos también nosotros y muramos con él.

17Al llegar Jesús, encontró que ya llevaba sepultado cuatro días. 18Betania distaba de Jerusalén como quince estadios. 19Muchos judíos habían ido a visitar a Marta y María para consolarlas por lo de su hermano.

20En cuanto Marta oyó que Jesús venía, salió a recibirle; María, en cambio, se quedó sentada en casa. 21Le dijo Marta a Jesús:

—Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano, 22pero incluso ahora sé que todo cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá.

23—Tu hermano resucitará —le dijo Jesús.

24Marta le respondió:

—Ya sé que resucitará en la resurrección, en el último día.

25—Yo soy la Resurrección y la Vida —le dijo Jesús—; el que cree en mí, aunque hubiera muerto, vivirá, 26y todo el que vive y cree en mí no morirá para siempre. ¿Crees esto?

27—Sí, Señor —le contestó—. Yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido a este mundo.

28En cuanto dijo esto, fue a llamar a su hermana María, diciéndole en un aparte:

—El Maestro está aquí y te llama.

29Ella, en cuanto lo oyó, se levantó enseguida y fue hacia él. 30Todavía no había llegado Jesús a la aldea, sino que se encontraba aún donde Marta le había salido al encuentro. 31Los judíos que estaban con ella en la casa y la consolaban, al ver que María se levantaba de repente y se marchaba, la siguieron pensando que iba al sepulcro a llorar allí. 32Entonces María llegó donde se encontraba Jesús y, al verle, se postró a sus pies y le dijo:

—Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano.

33Jesús, cuando la vio llorando y que los judíos que la acompañaban también lloraban, se estremeció por dentro, se conmovió 34y dijo:

—¿Dónde le habéis puesto?

Le contestaron:

—Señor, ven a verlo.

35Jesús rompió a llorar. 36Decían entonces los judíos:

—Mirad cuánto le amaba.

37Pero algunos de ellos dijeron:

—Éste, que abrió los ojos del ciego, ¿no podía haber hecho que no muriera?

Texto de EUNSA (Universidad de Navarra)

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