31De nuevo entró en la sinagoga. Había allí un hombre que tenía la mano seca. 2Le observaban de cerca por si lo curaba en sábado, para acusarle. 3Y le dice al hombre que tenía la mano seca:
—Ponte de pie en medio.
4Y les dice:
—¿Es lícito en sábado hacer el bien o hacer el mal, salvar la vida de un hombre o quitársela?
Ellos permanecían callados. 5Entonces, mirando con ira a los que estaban a su alrededor, entristecido por la ceguera de sus corazones, le dice al hombre:
—Extiende la mano.
La extendió, y su mano quedó curada.
6Nada más salir, los fariseos con los herodianos llegaron a un acuerdo contra él, para ver cómo perderle.
Texto de EUNSA (Universidad de Navarra)