3Entonces Judas, el que le entregó, al ver que había sido condenado, movido por el remordimiento, devolvió las treinta monedas de plata a los príncipes de los sacerdotes y ancianos:
4—He pecado entregando sangre inocente —dijo.
—¿A nosotros qué nos importa? Tú verás —dijeron ellos.
5Y, después de arrojar las monedas de plata en el Templo, fue y se ahorcó. 6Los príncipes de los sacerdotes recogieron las monedas de plata y dijeron:
—No es lícito echarlas al tesoro del Templo, porque son precio de sangre.
7Y, después de ponerse de acuerdo, compraron con ellas el Campo del Alfarero para sepultura de peregrinos; 8por lo cual ese campo se ha llamado, hasta el día de hoy, «Campo de sangre». 9Así se cumplió lo dicho por medio del profeta Jeremías: Y tomaron las treinta monedas de plata, precio en que fue valorado aquel a quien tasaron los hijos de Israel;10y las dieron para el campo del alfarero, tal como me lo ordenó el Señor.
Texto de EUNSA (Universidad de Navarra)