35Jesús les respondió:
—Yo soy el pan de vida; el que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá nunca sed. 36Pero os lo he dicho: me habéis visto y no creéis. 37Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que viene a mí no lo echaré fuera, 38porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad sino la voluntad de Aquel que me ha enviado. 39Ésta es la voluntad de Aquel que me ha enviado: que no pierda nada de lo que Él me ha dado, sino que lo resucite en el último día. 40Porque ésta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo le resucitaré en el último día.
41Los judíos, entonces, comenzaron a murmurar de él por haber dicho: «Yo soy el pan que ha bajado del cielo». 42Y decían:
—¿No es éste Jesús, el hijo de José, de quien conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo es que ahora dice: «He bajado del cielo»?
43Respondió Jesús y les dijo:
—No murmuréis entre vosotros. 44Nadie puede venir a mí si no le atrae el Padre que me ha enviado, y yo le resucitaré en el último día. 45Está escrito en los Profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Todo el que ha escuchado al que viene del Padre, y ha aprendido, viene a mí. 46No es que alguien haya visto al Padre, sino que aquel que procede de Dios, ése ha visto al Padre. 47En verdad, en verdad os digo que el que cree tiene vida eterna.
Texto de EUNSA (Universidad de Navarra)