La fe del centurión según San Lucas

Lucas7 › 1 – 10

71Cuando terminó de decir todas estas palabras al pueblo que le escuchaba, entró en Cafarnaún. 2Había allí un centurión que tenía un siervo enfermo, a punto de morir, a quien estimaba mucho. 3Habiendo oído hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos para rogarle que viniera a curar a su siervo. 4Ellos, al llegar donde Jesús, le rogaban encarecidamente diciendo:

—Merece que hagas esto, 5porque aprecia a nuestro pueblo y él mismo nos ha construido la sinagoga.

6Jesús, pues, se puso en camino con ellos. Y no estaba ya lejos de la casa cuando el centurión le envió unos amigos para decirle:

—Señor, no te tomes esa molestia, porque no soy digno de que entres en mi casa, 7por eso ni siquiera yo mismo me he considerado digno de ir a tu encuentro. Pero dilo de palabra y mi criado quedará sano. 8Pues también yo soy un hombre sometido a disciplina y tengo soldados a mis órdenes. Le digo a uno: «Vete», y va; y a otro: «Ven», y viene; y a mi siervo: «Haz esto», y lo hace.

9Al oír esto, Jesús se admiró de él, y volviéndose a la multitud que le seguía, dijo:

—Os digo que ni siquiera en Israel he encontrado una fe tan grande.

10Y cuando volvieron a casa, los enviados encontraron sano al siervo.

Texto de EUNSA (Universidad de Navarra)

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