121Y comenzó a hablarles con parábolas:
—Un hombre plantó una viña, la rodeó de una cerca, excavó un lagar, edificó una torre, la arrendó a unos labradores y se marchó lejos de allí. 2A su debido momento envió un siervo a los labradores, para recibir de éstos los frutos de la viña. 3Pero ellos lo agarraron, lo golpearon y lo despacharon con las manos vacías. 4De nuevo les envió otro siervo, y a éste le hirieron en la cabeza y lo ultrajaron. 5Y envió otro y lo mataron; y a otros muchos, de los cuales a unos los herían y a otros los mataban. 6Todavía le quedaba uno, su hijo amado; y lo envió por último a ellos, pensando: «A mi hijo lo respetarán». 7Pero aquellos labradores se dijeron: «Éste es el heredero. Vamos, lo mataremos y será nuestra la heredad». 8Y lo agarraron, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña. 9¿Qué hará, pues, el amo de la viña? Vendrá, exterminará a los labradores y entregará la viña a otros. 10¿No habéis leído esta escritura:
La piedra que rechazaron los constructores,
ésta ha llegado a ser piedra angular.
11Es el Señor quien ha hecho esto,
y es admirable a nuestros ojos?
12Entonces querían prenderlo, pero tuvieron miedo a la multitud: comprendieron que había dicho aquella parábola por ellos. Y dejándole, se fueron.
Texto de EUNSA (Universidad de Navarra)