11Mientras ellas se iban, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los príncipes de los sacerdotes todo lo sucedido. 12Se reunieron con los ancianos, se pusieron de acuerdo y dieron una buena suma de dinero a los soldados 13diciéndoles:
—Tenéis que decir: «Sus discípulos han venido de noche y lo robaron mientras nosotros estábamos dormidos». 14Y en el caso de que esto llegue a oídos del procurador, nosotros le calmaremos y nos encargaremos de vuestra seguridad.
15Ellos aceptaron el dinero y actuaron según las instrucciones recibidas. Así se divulgó este rumor entre los judíos hasta el día de hoy.
Texto de EUNSA (Universidad de Navarra)