21Y, al cabo de unos días, entró de nuevo en Cafarnaún. Se supo que estaba en casa 2y se juntaron tantos, que ni siquiera ante la puerta había ya sitio. Y les predicaba la palabra. 3Entonces vinieron trayéndole un paralítico, llevado entre cuatro. 4Y como no podían acercarlo hasta él a causa del gentío, levantaron la techumbre por el sitio en donde se encontraba y, después de abrir un hueco, descolgaron la camilla en la que yacía el paralítico. 5Al ver Jesús la fe de ellos, le dijo al paralítico:
—Hijo, tus pecados te son perdonados.
6Estaban allí sentados algunos de los escribas, y pensaban en sus corazones: 7«¿Por qué habla éste así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios?» 8Y enseguida, conociendo Jesús en su espíritu que pensaban para sus adentros de este modo, les dijo:
—¿Por qué pensáis estas cosas en vuestros corazones? 9¿Qué es más fácil, decirle al paralítico: «Tus pecados te son perdonados», o decirle: «Levántate, toma tu camilla y anda»? 10Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar los pecados —se dirigió al paralítico—, 11a ti te digo: levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.
12Y se levantó, y al instante tomó la camilla y salió en presencia de todos, de manera que todos quedaron admirados y glorificaron a Dios diciendo:
—Nunca hemos visto nada parecido.
Texto de EUNSA (Universidad de Navarra)