91Y al pasar vio Jesús a un hombre ciego de nacimiento. 2Y le preguntaron sus discípulos:
—Rabbí, ¿quién pecó: éste o sus padres, para que naciera ciego?
3Respondió Jesús:
—Ni pecó éste ni sus padres, sino que eso ha ocurrido para que las obras de Dios se manifiesten en él. 4Es necesario que nosotros hagamos las obras del que me ha enviado mientras es de día, porque llega la noche cuando nadie puede trabajar. 5Mientras estoy en el mundo soy luz del mundo.
6Dicho esto, escupió en el suelo, hizo lodo con la saliva, lo aplicó en sus ojos 7y le dijo:
—Anda, lávate en la piscina de Siloé —que significa: «Enviado».
Entonces fue, se lavó y volvió con vista. 8Los vecinos y los que le habían visto antes, cuando era mendigo, decían:
—¿No es éste el que estaba sentado y pedía limosna?
9Unos decían:
—Sí, es él.
Otros en cambio:
—De ningún modo, sino que se le parece.
Él decía:
—Soy yo.
10Y le preguntaban:
—¿Cómo se te abrieron los ojos?
11Él respondió:
—Ese hombre que se llama Jesús hizo lodo, me untó los ojos y me dijo: «Vete a Siloé y lávate». Así que fui, me lavé y comencé a ver.
12Le dijeron:
—¿Dónde está ése?
Él respondió:
—No lo sé.
13Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. 14El día en que Jesús hizo el lodo y le abrió los ojos era sábado. 15Y los fariseos empezaron otra vez a preguntarle cómo había comenzado a ver. Él les respondió:
—Me puso lodo en los ojos, me lavé y veo.
16Entonces algunos de los fariseos decían:
—Ese hombre no es de Dios, porque no guarda el sábado.
Pero otros decían:
—¿Cómo es que un hombre pecador puede hacer semejantes prodigios?
Y había división entre ellos. 17Le dijeron, pues, otra vez al ciego:
—¿Tú qué dices de él, puesto que te ha abierto los ojos?
—Que es un profeta —respondió.
18No creyeron los judíos que aquel hombre habiendo sido ciego hubiera llegado a ver, hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista, 19y les preguntaron:
—¿Es éste vuestro hijo que decís que nació ciego? ¿Entonces cómo es que ahora ve?
20Respondieron sus padres:
—Nosotros sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego. 21Lo que no sabemos es cómo es que ahora ve. Tampoco sabemos quién le abrió los ojos. Preguntádselo a él, que edad tiene. Él podrá decir de sí mismo.
22Sus padres dijeron esto porque tenían miedo de los judíos, pues ya habían acordado que si alguien confesaba que él era el Cristo fuese expulsado de la sinagoga. 23Por eso sus padres dijeron: «Edad tiene, preguntádselo a él».
Texto de EUNSA (Universidad de Navarra)