14Al llegar junto a los discípulos vieron una gran muchedumbre que les rodeaba, y unos escribas que discutían con ellos. 15Nada más verle, todo el pueblo se quedó sorprendido, y acudían corriendo a saludarle. 16Y él les preguntó:
—¿Qué estabais discutiendo entre vosotros?
17A lo que respondió uno de la muchedumbre:
—Maestro, te he traído a mi hijo, que tiene un espíritu mudo; 18y en cualquier sitio que se apodera de él, lo tira al suelo, le hace echar espumarajos y rechinar los dientes y lo deja rígido. Pedí a tus discípulos que lo expulsaran, pero no han podido.
19Él les contestó:
—¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo tendré que estar entre vosotros? ¿Hasta cuándo tendré que soportaros? Traédmelo.
20Y se lo trajeron. En cuanto el espíritu vio a Jesús, hizo retorcerse al niño, que cayendo a tierra se revolcaba echando espumarajos. 21Entonces preguntó al padre:
—¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto?
Le contestó:
—Desde muy pequeño; 22y muchas veces lo ha arrojado al fuego y al agua, para acabar con él. Pero si algo puedes, compadécete de nosotros y ayúdanos.
23Y Jesús le dijo:
—¡Si puedes…! ¡Todo es posible para el que cree!
24Enseguida el padre del niño exclamó:
—¡Creo, Señor; ayuda mi incredulidad!
25Al ver Jesús que aumentaba la muchedumbre, increpó al espíritu impuro diciéndole:
—¡Espíritu mudo y sordo: yo te lo mando, sal de él y ya no vuelvas a entrar en él!
26Y gritando y agitándole violentamente salió. Y quedó como muerto, de manera que muchos decían:
—Ha muerto.
27Pero Jesús, tomándolo de la mano, lo levantó y se mantuvo en pie.
28Cuando entró en casa le preguntaron sus discípulos a solas:
—¿Por qué nosotros no hemos podido expulsarlo?
29—Esta raza —les dijo— no puede ser expulsada por ningún medio, sino con la oración.
Texto de EUNSA (Universidad de Navarra)