51Después de esto se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. 2Hay en Jerusalén, junto a la puerta de las ovejas, una piscina, llamada en hebreo Betzata, que tiene cinco pórticos, 3bajo los que yacía una muchedumbre de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos. 4
5Estaba allí un hombre que padecía una enfermedad desde hacía treinta y ocho años. 6Jesús, al verlo tendido y sabiendo que llevaba ya mucho tiempo, le dijo:
—¿Quieres curarte?
7El enfermo le contestó:
—Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se mueve el agua; mientras voy, baja otro antes que yo.
8Le dijo Jesús:
—Levántate, toma tu camilla y ponte a andar.
9Al instante aquel hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar.
Aquel día era sábado. 10Entonces le dijeron los judíos al que había sido curado:
—Es sábado y no te es lícito llevar la camilla.
11Él les respondió:
—El que me ha curado es el que me dijo: «Toma tu camilla y anda».
12Le interrogaron:
—¿Quién es el hombre que te dijo: «Toma tu camilla y anda»?
13El que había sido curado no sabía quién era, pues Jesús se había apartado de la muchedumbre allí congregada.
14Después de esto lo encontró Jesús en el Templo y le dijo:
—Mira, estás curado; no peques más para que no te ocurra algo peor.
15Se marchó aquel hombre y les dijo a los judíos que era Jesús el que le había curado. 16Por eso perseguían los judíos a Jesús, porque había hecho esto un sábado. 17Jesús les replicó:
—Mi Padre no deja de trabajar, y yo también trabajo.
18Por esto los judíos con más ahínco intentaban matarle, porque no sólo quebrantaba el sábado, sino que también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios.
Texto de EUNSA (Universidad de Navarra)