16»Mirad que yo os envío como ovejas en medio de lobos. Por eso, sed sagaces como las serpientes y sencillos como las palomas. 17Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en sus sinagogas, 18y seréis llevados ante los gobernadores y reyes por causa mía, para que deis testimonio ante ellos y los gentiles. 19Pero cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué debéis decir; porque en aquel momento se os comunicará lo que vais a decir. 20Pues no sois vosotros los que vais a hablar, sino que será el Espíritu de vuestro Padre quien hable en vosotros. 21Entonces el hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y se levantarán los hijos contra los padres para hacerles morir. 22Y todos os odiarán a causa de mi nombre; pero quien persevere hasta el fin, ése se salvará. 23Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra; en verdad os digo que no acabaréis las ciudades de Israel antes que venga el Hijo del Hombre. 24No está el discípulo por encima del maestro, ni el siervo por encima de su señor. 25Al discípulo le basta llegar a ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al amo de la casa le han llamado Beelzebul, cuánto más a los de su misma casa.
26»No les tengáis miedo, porque nada hay oculto que no vaya a ser descubierto, ni secreto que no llegue a saberse. 27Lo que os digo en la oscuridad, decidlo a plena luz; y lo que escuchasteis al oído, pregonadlo desde los terrados. 28No tengáis miedo a los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma; temed ante todo al que puede hacer perder alma y cuerpo en el infierno. 29¿No se vende un par de pajarillos por un as? Pues bien, ni uno solo de ellos caerá en tierra sin que lo permita vuestro Padre. 30En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. 31Por tanto, no tengáis miedo: vosotros valéis más que muchos pajarillos.
32»A todo el que me confiese delante de los hombres, también yo le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. 33Pero al que me niegue delante de los hombres, también yo le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.
34»No penséis que he venido a traer la paz a la tierra. No he venido a traer la paz sino la espada. 35Porque he venido a enfrentar
al hombre contra su padre,
a la hija contra su madre
y a la nuera contra su suegra.
36Y los enemigos del hombre
serán los de su misma casa.
37»Quien ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y quien ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. 38Quien no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí. 39Quien encuentre su vida, la perderá; pero quien pierda por mí su vida, la encontrará.
40»Quien a vosotros os recibe, a mí me recibe, y quien me recibe a mí, recibe al que me ha enviado. 41Quien recibe a un profeta por ser profeta obtendrá recompensa de profeta, y quien recibe a un justo por ser justo obtendrá recompensa de justo. 42Y cualquiera que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños por el hecho de ser discípulo, en verdad os digo que no quedará sin recompensa.
Texto de EUNSA (Universidad de Navarra)